Una nueva entrega de la serie de cajas móviles. Con ustedes «Homenaje al Ande ande».
Mi hermana Cristina (que ya tiene 23 primaveras) necesitaba de chica, para dormirse, que alguien le diera palmaditas en el dodotis mientras le cantaban, ya fuera diciembre o agosto, un cierto villancico. La técnica consistía en empezar con energía e ir bajando el volumen y la fuerza de las palmaditas según Cristina se iba quedando dormida, hasta parar completamente cuando la misión estaba cumplida.
Pero había que hacerlo con ojo, porque si calculabas mal y parabas antes de tiempo, dando equivocadamente al sujeto por dormido, mientras te dirigías silenciosamente hacia la puerta una voz a tus espaldas te helaba la sangre en las venas: “¡Ande, ande! ¡Ande, ande!”. Que venía a significar: “¿Dónde vas tú, chalao?”
Aquí mi madre andeandeando a Cristina.
(Clic para agrandar)
Homenaje al “Ande, ande”
Mi hermana Cristina (ahora con 24 primaveras, aquí de azul y regordeta) necesitaba de chica, para dormirse, que alguien le diera palmaditas en el dodotis mientras cantaba, ya fuera diciembre o agosto, un cierto villancico. La técnica consistía en empezar con energía e ir bajando el volumen y la fuerza de las palmaditas según Cristina se iba quedando dormida, hasta parar completamente cuando la misión estaba cumplida.
Pero había que hacerlo con ojo, porque si calculabas mal y parabas antes de tiempo, dando equivocadamente al sujeto por dormido, mientras te dirigías silenciosamente hacia la puerta una voz a tus espaldas te helaba la sangre en las venas: “¡Ande, ande! ¡Ande, ande!”. Que venía a significar: “¿Dónde vas tú, chalao?”
Aquí mi madre andeandeando a Cristina.